Un sueño
Soñé con El Eternauta, pero los cascarudos eran ratas gigantes. Desperté sudando y con olor a chivo.
Recordé La Peste de Albert Camus. Narra la historia de supervivencia del pueblo de la ciudad de Orán en Argelia, en los años cuarenta, ante una epidemia que se anuncia con la aparición de ratas muertas y se convierte en una amenaza contra la vida humana. Además del doctor Bernard Rieux, dos de mis personajes favoritos son el periodista Rambert que queda atrapado en la ciudad y primero busca escapar, pero luego elige quedarse a colaborar en la lucha contra la peste. Y Jean Tarrou que lidera la organización de voluntarios, él cree que la existencia humana sólo tiene sentido cuando las personas eligen en libertad participar de la lucha contra la muerte y el sufrimiento.
Del Eternauta sólo voy a recomendarles que lean la versión original, aquí va, y también Los Oesterheld de Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami . La serie la estoy disfrutando, argentinidad al palo infiltrando el algoritmo.
Después de todo se trata de encontrar pistas para cambiar el mundo y estas historias nos dan algunas.
Pensaba en esto hace unos días mientras resolvía un exámen de economía para el que releí Salario, precio y ganancia. Trabajo asalariado y capital, de Karl Marx. Siempre admiré la sencillez con la que explica cosas tan complejas como qué determina el valor de una mercancía: "Una mercancía tiene un valor por ser cristalización de un trabajo social. La magnitud de su valor o su valor relativo depende de la mayor o menor cantidad de sustancia social que encierra, es decir, de la cantidad relativa de trabajo necesaria para su producción. Por tanto, los valores relativos de las mercancías se determinan por las correspondientes cantidades o sumas de trabajo invertidas, realizadas, plasmadas en ellas".
Cuando explica la plusvalía se develan todos los misterios y es cuando quiero resusitarlo. Entonces, vino a mi mente la obra de teatro Marx en el Soho de Howard Zinn. Fui a verla, hace tiempo, con mi mamá y mi hermana.
La sala era pequeña, sobre el escenario, en la esquina izquierda, una mesa, con muchos libros apilados, brillaba bajo el foco de luz. El color era cepia y el tiempo indefinido, como si un hueco se hubiera abierto en el espacio. Marx (Carlos Weber) entró; tenía una chaqueta negra, camisa blanca y corbata, era bajo, canoso y con barba, llevaba lentes y una bolsa en la mano.

Cambiar el mundo también es seguir imprimiendo ideas en libros.
Hasta la próxima, habrá sorpresas...
Felicitaciones por ese libro !!!
ResponderEliminarCreo que las ideas y las palabras cambian el mundo y pueden crear uno mucho màs feliz.
Gracias !!!
❤️
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